Hielo contra Fuego - La final de Wimbledon 1980
SOY ENTRENADOR - Click para colaborar con el proyecto Te crees Sampras
Las grandes rivalidades requieren mucho más que dos grandes jugadores frente a frente. Una gran rivalidad se alimenta de una batalla de estilos, de personalidades contrapuestas y de momentos concretos que se queden en el recuerdo de los aficionados para siempre.
Muchos grandes jugadores, incluso algunos que dominaron sus épocas, han visto como sus figuras han quedado parcialmente olvidadas por no haber sido participes de una rivalidad a la altura de su tenis. Connors y Lendl, los jugadores que más semanas estuvieron al frente de la clasificación ATP en los setenta y en los ochenta respectivamente pueden ser buenas pruebas de ello. Novak Djokovic, el mejor jugador de los últimos diez años, sigue teniendo grandísimos problemas para resquebrajar la gran rivalidad de su época, conformada por Federer y Nadal, y colarse en el lugar que probablemente merezca.
Lo que está claro, digan lo que digan los números, es que la rivalidad de la que hoy vamos a hablar tiene tuvo todos los ingredientes para quedar grabada a fuego en la memoria de la gente. Y quedó.
¡Vaya que si quedó!
Björn Borg, y John McEnroe fueron los dos mejores jugadores de finales de los años setenta y principios de los ochenta. Entre ambos suman dieciocho torneos del Grand Slam, una cifra que tiene más valor puesta en la perspectiva de la época, ya que ninguno de los dos disputó el Open de Australia durante sus años en la máxima élite.
Borg era sueco y McEnroe americano. Borg era frío y calculador, McEnroe era puro fuego dentro de la pista. Borg basaba su fortaleza en sus magníficos golpes de fondo, McEnroe se aprovechaba de su gran servicio y volea para marcar la diferencia. Borg jugaba el revés a dos manos y era diestro, McEnroe lo jugaba a una y era zurdo. Borg era parco en palabras, McEnroe es uno de los comentaristas más conocidos de la televisión estadounidense. Borg era atractivo y las chicas se volvían locas con él, McEnroe tocaba la guitarra y era íntimo de los rockeros más conocidos del momento.
Con todos esos ingredientes era fácil crear una historia que sobrepasase incluso a los personajes. Su rivalidad tenía el contraste, la personalidad y la calidad. Faltaba solo el momento épico que los aficionados recordasen para siempre. Un partido de máxima exigencia que se saltase todos los cánones establecidos y elevase a estos dos monstruos de la raqueta a los más altos altares del deporte. El cinco de julio del 1980, la hierba de Wimbledon fue testigo de tal momento.
Para entender la importancia de este partido es necesario volver a ponerse las gafas de la época. Hoy en día cuando hablamos de la carrera por el record de Grand Slams entre Federer, Nadal y Djokovic, nadie se pregunta quién ha ganado dónde. Lo que cuenta es el número final y punto. Los Open de Australia de Nole no valen ni más ni menos que los Wimbledon de Federer o que los Roland Garros de Nadal. Un grande es un grande y tiene el mismo valor que otro.
En la época de Borg y McEnroe esto estaba lejos de ser así. El Open de Australia era considerado un grande menor, y en muchas ocasiones, los mejores tenistas americanos y europeos decidían ausentarse debido al largo viaje. En el siguiente nivel venían el Us Open y Roland Garros. Ambos se consideraban grandes de verdad. Roland Garros era muy importante para los europeos y sudamericanos y el US Open para los estadounidenses. Sin embargo ninguno llegaba al nivel de la joya de la corona. El torneo más prestigioso era el grande londinense.
Wimbledon era la final de la copa del mundo, las series mundiales o el Tour de Francia. El que ganaba allí se imponía en el torneo más importante del año. El número uno era importante, pero no a ese nivel.
Borg partía en la edición de 1980 como cabeza de serie número uno y campeón vigente de las últimas cuatro ediciones del torneo. McEnroe salía como número dos en el cuadro y con el título del Us Open de 1979 en el bolsillo. Eran los dos grandes favoritos y solo Connors parecía inquietar el camino de ambos hacia la final. McEnroe era tres años menor que Borg y el mundo del tenis se hacía eco de que la distancia entre ambos se recortaba día a día. De hecho muchos expertos colocaban al americano como máximo favorito debido a que en un principio, la velocidad de la bola en hierba favorecía su juego agresivo.
El torneo se desarrolló de la manera esperada y ninguno faltó con su cita a la final. Sería la primera vez que un torneo del Grand Slam vería este enfrentamiento. El lugar no podía ser más apropiado, una central del All England Tennis Club completamente abarrotada.
El partido comenzó dando la razón a los que veían un McEnroe favorito. El estadounidense se llevó la primera manga por un contundente 6/1 y Borg, más errático que de costumbre, no veía la manera de contrarrestar el poderoso juego del americano.
El segundo set devolvió el partido a la realidad. Ambos jugadores ponían a buen recaudo sus servicios y la manga se avecinaba al tie-break. En el último instante, Borg, con un par de buenos golpes sumados a un regalo de McEnroe con su volea igualaba el choque. 1/6 7/5.
El jugador sueco cambió la dinámica al partido a partir de ese momento y durante la siguiente hora de partido dominó a su rival. Ganó el tercer set 6/3 y encarriló el cuarto, rompiendo el saque del americano y poniendo el resultado en 5/4 y 40/15, o lo que es lo mismo en dos bolas de partido a su favor. McEnroe jugó bien las dos, anuló los match points y consiguió romper el saque de Borg. El cuarto set se fue a la muerte súbita con la sensación de que si el jugador sueco lo dejaba escapar sería hombre muerto en el quinto.
El tie-break fue el más loco de la historia de Wimbledon. Borg disfrutó de otras cinco bolas más de partido y McEnroe necesitó siete para cerrar el set por 16/18. Ambos jugadores sacaron lo mejor de su tenis hasta el trece iguales, jugando saques ajustados, passings increíbles y voleas a la línea cuando más lo necesitaban. El americano incluso se permitió el lujo de levantar una bola de partido con un revés que tocó la cinta de la red y cayó del lado de Borg.
A partir de ese momento los dos extraterrestres bajaron a la tierra y combinaron dos errores seguidos, casi flagrantes, con sus voleas, lo que dejaba el marcador en catorce iguales. Uno de los jueces de línea se equivocó con un saque del americano y el punto tuvo que ser repetido. Ambos ganaban sus saques. Quince iguales.
McEnroe jugó el mejor y el peor punto del tie-break en ese momento. Tiró un passing de drive antológico para ganarse el derecho a tener un sexto punto de set. Desgraciadamente lo tiró por la borda con una volea que se marchó a metros de la línea. Dieciseis iguales.
Por suerte para el americano y para el público londinense, el número dos mundial ganó un punto fácil con su saque y aprovechó un regalo de Borg para cerrar la manga. 16/18, quinto set y central enloquecida.
Si en ese momento se hubiese hecho una encuesta a toda la gente que estaba viendo el partido, la gran mayoría hubiera dado ganador a McEnroe en el quinto set. El jugador sueco había desperdiciado siete bolas de campeonato y se veía obligado a remar un set más contracorriente. Sin embargo, y para poner la guinda al pastel, el resultado estaba lejos de estar escrito,
El estadounidense tuvo sus oportunidades, pero el número uno del mundo se aferró a la vida como antes lo había hecho McEnroe. Los juegos iban pasando y nadie cogía ventaja, por lo que el seis iguales volvió a lucir en el marcador. Al ser un quinto set, el reglamento dictaminaba que no habría muerte súbita, por lo que el primer jugador en abrir una brecha de dos juegos a partir de ese momento sería el ganador. Borg ganó su saque con comodidad, poniendo el 7/6 a su favor.
En ese momento, el de Estocolmo se sacó tres restos magníficos y acabó el partido con un passing de revés, su sello de identidad, para asegurar su quinto título consecutivo sobre el tapete verde.
El partido fue considerado como la mejor final de la historia hasta el momento. La rivalidad para los próximos años estaba servida.
McEnroe no tardó en devolverle la moneda a Borg, derrotándole en la final del Us Open de ese año y en las de Wimbledon y Us Open del año siguiente. Siendo aún número dos del mundo y con tan solo 26 años, el sueco dijo adiós al tenis ante el asombro de todos y dejó huérfano a su más feaciente enemigo en la pista. McEnroe dijo que la retirada de Borg le hizo perder parte de su fuerza, ya que ninguno de sus otros rivales, los Connors, Lendl, Wilander o Edberg, le motivaron como lo hizo Borg.
Nosotros tenemos a Federer y Nadal, nuestros hermanos mayores tuvieron a Sampras y a Agassi y nuestros padres tuvieron A Björn Borg, el hombre de hielo, y a John McEnroe, la bola de fuego.
LINKS:
Men's Wimbledon Final 1980 Full Match
WB 1980 full tie break 4th set
Highlights 1980 mWB Final
Comentarios
Publicar un comentario