Kenin - Muguruza. Historia de una final
Como viene siendo habitual en los últimos tiempos, el Open de Australia del año 2020 ha repetido patrón y nos ha dejado una campeona sorpresa, la americana Sofía Kenin, y un campeón habitual, el serbio Novak Djokovic.
En los últimos tres años hemos visto tan solo a tres campeones masculinos diferentes. Estos tres jugadores son los de siempre, el denominado big 3, compuesto por Federer Nadal y Djokovic, los cuales no solo han ganado todos los torneos GS desde el Us Open de 2016, sino que llevan levantados la friolera de 55 de los últimos 65 trofeos del Grand Slam. una dominación que se extiende desde el año 2004 y que no tiene precedentes el la historia de este deporte.
La situación en el circuito femenino es completamente distinta, ya que en cualquier GS el abanico de favoritas es enorme y el de sorpresas lo es aún más.
Tomando como referencia el mismo torneo, el Us Open de 2016, las campeonas desde ese momento han sido doce diferentes, más ganadoras en tres años que masculinos en quince.
Sofía Kenin - Garbiñe Muguruza 4/6 6/2 6/2
La final femenina se planteaba como una batalla de estilos. Con una Muguruza que ha basado siempre sus éxitos en un juego de ataque demoledor y una Kenin que se había destapado como una de las mejores defensoras del circuito. A pesar de que el partido comenzó muy bien para la jugadora española, con un break tempranero en el segundo game y confirmado posteriormente con su saque, la americana no tardó en establecer las reglas del juego, imponiendo a Garbiñe un ritmo cada vez más intenso y ofreciendo siempre peloteos largos y defensas imposibles, que si bien no siempre resultaban suficientes para llevarse el punto, alargaban dos o tres golpes más el intercambio.
Hasta el 2/4 en el primer set se jugó más o menos a lo que quiso jugadora nacida en Caracas, que pudo dominar los puntos gracias a su mayor potencia de fuego. A partir de ahí hubo un impasse de cuatro juegos en los que a pesar de que cada una ganó dos y eso le sirvió a Muguruza para adjudicarse el set, se podía intuir el cambio que se iba a establecer en los dos próximos sets: una inseguridad manifiesta con el saque por parte de la española, que regalaba un juego de servicio con una doble falta para que Kenin empatase a cuatro, y una mayor dificultad de la jugadora entrenada por Conchita Martínez para poder cerrar los puntos. Muguruza se sentaba en su silla con el set en el bolsillo, pero el viento ya soplaba más de cara.
El inicio del segundo set solo hizo que confirmar dichos malos augurios. Kenin pasaba a dominar los intercambios, hacía fallar más a la española e incluso se permitía el lujo de soltar algunos golpes ganadores desde el fondo. Muguruza no encontraba respuesta y acababa el set con la impresión de que iba a ser complicado cambiar el ritmo del encuentro, ya que la americana se sentía con una confianza inmensa. 6/2 y todo por decidir en la manga decisiva.
El tercer set empezó un poco de la manera que acabó el segundo, con una Kenin más dominadora y una Garbiñe que salvaba sus juegos de saque a base de destellos aquí y allí. Así se llegó al 2/2 y al juego clave del partido. Un juego que si no lo han visto, revísenlo porque es una de las mayores obras de arte que se han visto en los últimos tiempos, agrandado por el momento de máxima tensión jugándose un Grand Slam.
La americana nacida en Moscú llevaba casi una hora dominando el partido sin discusión, sin embargo la española había conseguido mantenerse dentro del encuentro gracias a algunos buenos puntos al inicio del tercero. Al comenzar el quinto juego del set decisivo, con saque de la tenista estadounidense, Muguruza consiguió ponerse 0/40 gracias a un par de buenos golpes y a un error flagrante de Kenin con una derecha a media pista que tenía prácticamente ganada. La española disfrutaba de tres bolas para ponerse 3/2 arriba y saque, si bien no una situación definitiva, sí de gran importancia.
A partir de ese momento, Kenin se saco cinco puntos de la manga de auténtica antología. Dos reveses ganadores paralelos, una derecha ganadora a la línea, un ace y un passing cruzado. Lo peor de todo para Muguruza es que, quizás con la excepción del último punto donde su subida a la red fue mejorable, jugó tres puntos extremadamente sólidos en las tres bolas de break en las que disfrutó en en ese juego y acabó perdiendo los tres.
Cuando llevas una hora remando a contracorriente, se abre una luz de repente, haces todo lo que está en tus manos para aprovechar la oportunidad y aún así tu rival se saca el mejor juego de su carrera para apagar esa luz, las posibilidades que tienes de no venirte abajo son mínimas, aunque te llames Garbiñe Muguruza y seas doble campeona de Grand Slam.
A partir del ese momento, con 3/2 arriba para Sofía Kenin, todo volvió al cauce por el que el partido se había desarrollado hasta el momento. Una americana sólida, sin conceder prácticamente regalos y una española que, desfondada desde el punto de vista físico y sobretodo mental, sabía que su último tren había pasado.
Muguruza no volvió a hacer un juego y acabó regalando el partido con una doble falta, su octava, que ponía de manifiesto una clara inconsistencia con su segundo saque, la cual le costó un par de breaks y finalmente el choque.
Kenin se llevó la copa de campeona con todo merecimiento. Aprovechó durante el torneo la caída prematura de las cabezas de serie que iban por su parte del cuadro, y cuando se plantó en semifinales, cuando le quedaban por batir la número uno del mundo y una doble campeona de Grand Slam, subió sus prestaciones de manera notable, como hacen los grandes, para hacerse con el torneo.
Su juego no tiene la potencia ni la agresividad de otras jugadoras del circuito, pero es una jugadora muy rápida, mental y físicamente muy sólida y que te hace jugar el punto varias veces antes de que se lo puedas ganar. A pesar de no tener grandísimos golpes, tanto su derecha como su revés son de muy difícil lectura (algo que Muguruza sufrió muchísimo en la final) y es capaz de controlar todas las direcciones de la pista, tanto en defensa como en ataque.
Veremos si todo ello es suficiente para afianzarse en la élite y luchar por ganar torneos grandes regularmente.
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